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Los muertos que llevaron a Nina Simone a maldecir a Mississippi y la reacción de las discográficas

La cantante fue una de las grandes luchadoras de los derechos civiles. Su lucha le costó su carrera pero ella no se rindió

Santiago Hernandorena
Santiago Hernandorena sábado, 6 de noviembre de 2021 · 15:19 hs
Los muertos que llevaron a Nina Simone a maldecir a Mississippi y la reacción de las discográficas
La gran cantante sufrió la segregación en carne propia por expresar sus puntos de vista

Emmett Till tenía 14 años cuando lo lincharon en 1955. A Medgar Evers lo asesinaron en 1963, con 37 años, por ser un abogado que defendía los derechos civiles. Ambos eran de Mississippi. Tres meses después, cuatro niñas, tres de ellas de 14 años y una de 11, murieron en un atentado contra una iglesia Bautista en Alabama. Todos eran de color, todos fallecieron en manos de blancos.

Nina Simone estaba indignada por esos sucesos. La cantante, pianista y defensora de los derechos civiles se encerró en una habitación y escribió “Mississippi Goddam” (Maldita sea, Mississippi) como su respuesta. Ella era música, sus letras eran sus armas, sus balas. “Alabama me ha molestado tanto, Tennessee me hizo perder el descanso y todo el mundo sabe sobre el maldito Mississippi” dice Nina, presa del dolor.

La canción le costó la carrera. Los blancos la odiaron, el sur de Estados Unidos la prohibió. Pedía igualdad de derechos, fin de la persecución y criticaba la inoperancia o la poca voluntad de cambiar algo por parte de los que detentaban el poder.  Por eso hoy es importante CruzArte una Historia para conocer Mississippi Goddam y los muertos que la inspiraron.

Linchado por silbarle a una mujer blanca

Emmett Till era del norte. Vivía en Chicago y su realidad era muy distinta a la de sus primos en Mississippi, a los que visitó en 1955. Tenía 14 años, la soberbia de la adolescencia y el desconocimiento de ese mundo distinto a flor de piel.

Nunca logró confirmarse si fue un desafío, una muestra de superioridad o qué, pero Till silbó a Carolyn Bryan de 21 años.  Sí se sabe que Till era tartamudo, luego de haber sufrido polio en su infancia, y silbar era una forma de disminuir la tensión que le generaba el defecto del habla. La mujer declaró en el juicio posterior que el muchacho la había tocado y le había propuesto indecencias. Le tomó más de 50 años retractarse y decir que había mentido en la corte. Para entonces ya era demasiado tarde.

Emmett Till. Foto: Getty Images

Cuando Roy Bryan, el marido de Carolyn, se enteró de lo sucedido, comenzó a rastrear al joven. El 28 de agosto de 1955, alrededor de las 3 de la mañana, llegaron a la casa del tío de Emmett, lo sacaron de la pieza que compartía con cinco de sus primos, lo ataron y se lo llevaron en una camioneta. Su cuerpo fue encontrado tres días después en el río Tallahatchie. Estaba desfigurado, su cabeza mutilada por un balazo y su cuerpo golpeado y lesionado con alambres de púas.

En un juicio donde el jurado estaba integrado solo por hombres blancos (las mujeres y los negros no podían participar),  Bryant y un cómplice fueron encontrados inocentes. En realidad, miembros del jurado reconocían que eran culpables, pero como la ley del estado daba como únicas posibles penas la muerte o la prisión perpetua, matar a un negro no era para tanto.

El primer negro recibido en un hospital blanco murió de un balazo

Cuando el proyectil atravesó su espalda, momentos después de bajarse del auto frente a la puerta de su casa, Medgar Evers cayó al piso. Levantó la mirada y vio que su mujer intentaba salir a rescatarlo. Se levantó como pudo, temiendo que le disparan a su esposa. Se tambaleó otros 10 metros y cayó nuevamente.

Myrlie, su cónyuge, miró alrededor pero no encontró que los autos de la policía o el FBI que siempre seguían a su esposo para controlar sus actos estuvieran a la vista. Extrañamente ese día habían desaparecido. Lo cargaron en el coche de un vecino y lo llevaron al hospital, donde solo atendían blancos.

Myrlie y Medgar Evers. Foto: Mississippi department of archives and history

Al principio se negaron a recibirlo pero, al darse cuenta quién era, lo ingresaron. Murió 50 minutos después. Tenía 37 años. Lo mataron por luchar para que las universidades dejaran de estar segregadas.

Su asesino fue Byron De La Beckwith, un miembro del Ku Klux Klan. Lo juzgaron dos veces en 1964 y no llegaron a un veredicto. Nadie contó con que Myrlie no iba a rendirse. Le tomó 30 años. En 1994, un nuevo jurado lo condenó. Era muy tarde, pero para la familia Evers fue, por lo menos, un poco de justicia por la memoria de Medgar.

La explosión que se oyó en todo el país

Los 19 cartuchos de dinamita explotaron el 15 de septiembre de 1963 en la Iglesia Bautista de 16th Street, en Birmingham, Alabama. Era domingo y se preparaban para la escuela dominical, por lo que varios niños y niñas estaban presentes. Muchas personas resultaron heridas. Mientras el pastor, el reverendo John Cross Sr. recitaba la Biblia, cientos de hombres y mujeres de color se acercaron a ayudar en la búsqueda de los sobrevivientes entre los escombros.

Desde la izquierda: Carol Denise McNair de 11 años y Cynthia Wesley, Addie Mae Collins y Carole Robertson de 14 años

Cuatro niñas murieron. Tenían entre 14 y 11 años. El daño en sus cuerpos fue tan grande que tuvieron que identificarlas por la vestimenta. En las horas siguientes hubo enfrentamientos entre negros y blancos y dos jóvenes de color fueron asesinados. Uno de ellos por la policía al ignorar la orden de dejar de tirar piedras, el otro por un joven de 16 años que le disparó a un niño de 13 por temor a que fuera a atacarlo.

Estos sucesos se unieron al asesinato del presidente John Kennedy. La lucha por los derechos civiles se recrudeció. Un año después, el presidente Lyndon Johnson logró que se aprobara la Ley de Derechos Civiles que abolió la segregación y las limitaciones que tenía la comunidad negra. Todavía faltaba un año para que se aprobara la Ley de Derechos Electorales que permitiera el acceso, sin restricciones, al derecho a voto.

Una canción de protesta, la prohibición y el exilio

Nina Simone presentó “Mississippi Goddam” en el Carnegie Hall en 1964. Los presentes pensaron que era una canción en broma hasta que escucharon la letra. Sonaba como una canción de un programa de televisión, se entendía como una queja profunda y dolorosa de la realidad.

Se prohibió en el sur. Las copias del single eran devueltas, generalmente rotas. Sin embargo, eso no detuvo a Nina, que se presentó en Selma para cantarla el día que los hombres de color marcharon a Montgomery.   

Pero previamente, la interpretó en “The Steve Allen Show”. El conductor, Steve Allen, era un defensor del derecho a la libertad de expresión. No le importó que golpeara su rating. De hecho, le pidió a Nina que la cantara en vivo para su público.

La carrera de Simone se desvaneció desde este punto. Las discográficas la consideraron conflictiva y sus canciones no se escuchaban. El asesinato de Martin Luther King Jr. fue la gota que colmó el vaso. Abandonó Estados Unidos y nunca volvió.

Mississippi Goddam es un grito de dolor, de rebeldía, incluso una súplica por la igualdad de derechos. Para muchos fue un himno, para Nina una condena en su carrera, de la que ella nunca se arrepintió. La segregación ya no existía en los papeles, pero en el práctica, ella también fue su víctima. Sin embargo sin esa canción, la lucha de los derechos civiles no hubiese tenido una voz.

Ideas o comentarios, pueden escribir a shernandorena@mdzradio.com

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