CruzArte una historia

La verdadera dueña de los ojos de Bette Davis

En 1981 una canción sorprendió al mundo y llegó al número uno en varios lugares del mundo. Nadie esperaba la reacción que tendría la actriz nombrada en el hit

Santiago Hernandorena
Santiago Hernandorena domingo, 31 de octubre de 2021 · 17:09 hs
La verdadera dueña de los ojos de Bette Davis
Los ojos de Bette Davis, una de las joyas de Hollywood

Cuando Kim Carnes grabó “Bette Davis Eyes” en 1981, su carrera no tenía éxito. Decidió distanciarse completamente de la versión original: mientras la que presentó Jackie DeShannon en 1974 tenía un estilo más cercano al jazz, Carnes llevó la suya hacia el soft rock. La canción no habla de Bette Davis, la famosa actriz, sino de una mujer seductora, manipuladora y capaz de dejar amantes sin piedad.

De inmediato se convirtió en un hit, escalando al tope de muchos charts alrededor del mundo. La cantante nunca pudo replicar lo ocurrido con "Bette Davis eyes". Un día, Carnes recibió una carta de la actriz donde le expresaba su opinión sobre la canción. Por eso, antes de contar qué dijo, es mejor Cruzarte una Historia y conocer a Bette Davis.

El comienzo

Para Hollywood, la joven Ruth Elizabeth “Bette” Davis era fea. No tenía los estándares de belleza que se esperaba de una mujer en el cine. Sin embargo, no estaba dispuesta a que esa discusión “estética” se interpusiera entre ella y su carrera.

Luego de un paso por Broadway, un cazador de talentos de Universal Studios la invitó a hacer una prueba. Así llegó a la meca del cine estadounidense en 1930. Dice la leyenda que un empleado del estudio la esperaba pero se fue sin recogerla porque no vio a “nadie que pareciera una actriz”.

Bette Davis

La rechazaron en las dos primeras pruebas y estuvo a punto de ser despedida, pero el director de fotografía, Karl Freund, la recomendó para el film “Mala hermana” de 1931. No fue un éxito y pasó sin pena ni gloria. Los directivos del estudio consideraban que no tenía sex appeal y no renovaron su contrato.

Sin embargo, el actor y director inglés George Arliss salvó su carrera. En primer lugar, la eligió como coprotagonista en el film “La oculta providencia” de 1932. En segundo declaró públicamente que no solo era hermosa, sino que bullía de encanto, sin dejar de lado que era una gran actriz. Arliss fue el primer británico en ganar un premio Oscar y sus conexiones con Warner Bros. colaboraron para que Davis consiguiera un contrato con ese estudio.

Comienza el éxito

A partir de entonces su carrera cambiaría. No era anormal en aquellos años que los estudios intercambiaran actores y actrices para alguna película en particular. Ese fue el caso de Davis, que pasó a filmar “Cautivo del deseo” en 1934 para RKO Radio Pictures. El papel había sido rechazado por varias intérpretes pero Bette lo aprovechó para demostrar toda la gama de su capacidad.

La película no solo fue un éxito de taquilla, sino que los críticos la elogiaron. No fue nominada al Oscar pero una campaña comenzó para que se la incluyera. Finalmente no lo ganó, pero todo terminó en un cambio en la forma de elegir y votar los premios que los democratizó: ya no era un pequeño comité quien definiría todo, sino que todos los miembros votarían y los resultados se controlarían de manera independiente. Al año siguiente ganó el premio a Mejor Actriz.

La carrera de Davis continuó, pese a la reticencia de algunos de los directivos de Warner Bros, con quienes entró en un conflicto legal por su contrato. Cuando perdió en tribunales, quedó a merced de los deseos de sus jefes. Sus papeles eran casi siempre de mujeres frías, calculadoras, de moralidad dudosa. Probablemente los hermanos Warner no se dieron cuenta de que esos eran los personajes donde más brillaba, por lo que ganó un segundo premio de la Academia y se la consideró para interpretar a Scarlett O´Hara en “Lo que el viento se llevó”. Mientras el éxito de Davis crecía, su matrimonio se desmoronaba y terminó en divorcio.

Se convirtió en la actriz más rentable del estudio. De hecho, comenzó a protegerse su imagen y su definición paso de “fea” a “cautivante”, por lo que los directores empezaron a hacerle primeros planos de los ojos. Se atrevió a cada papel que le ofrecieron e incluso interpretó a la reina Isabel I de Inglaterra.

Se convirtió en la primera mujer presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, pero su búsqueda de cambios era considerada radical por los otros miembros del comité, por lo que la obligaron a renunciar. Durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con la venta de bonos y fundó la “Cantina de Hollywood”, donde distintos artistas se presentaban para los soldados que iban a consumir algo y a ser entretenidos.

El fin de una etapa

Durante el paso de los años, el contrato con la Warner se fue renovando, ajustándose a los merecimientos de la actriz. Sin embargo, después de 17 años, las partes siguieron su camino.

Durante esta nueva etapa, comenzó el declive de su carrera. Mientras tanto, se casó y divorció en tres oportunidades más y fue madre de una niña y adoptó dos niños más. Su futuro como actriz parecía haber acabado. Pasó por Broadway nuevamente, actuó en películas de baja calidad y hasta apareció en televisión.

Ya sin muchas ofertas, aceptó participar en “¿Qué fue de Baby Jane?” en 1962, una película de terror. Compartió la pantalla con Joan Crawford e interpretaban a dos hermanas entradas en años y retiradas de las cámaras. El odio entre las dos actrices fue profundo dentro y fuera de la película. Crawford intentó boicotear la nominación al Oscar de Davis por su actuación. Bette, por su lado, la acusó de haberse acostado con todo Hollywood menos la perra Lassie.

Para los críticos, esa fue la última gran película de Davis. A fines de los 70 ya casi no tenía ofertas en Hollywood y lo poco que filmaba era en Inglaterra. Apareció en algunas series televisivas y su nombre se esfumó de las carteleras... hasta 1981

La opinión de Bette Davis sobre la canción

Cuando se enteró de que una canción llamada “Bette Davis eyes” estaba al tope de los charts, luego de una charla con su nieta, tomó una hoja y redactó una carta. Cuando Kim Carnes la leyó se sorprendió. La misiva agradecía a la cantante y a los autores de la canción por “hacerla parte de los tiempos modernos” y permitir que sus nietos “tuvieran algo por qué admirarla”.

Falleció en 1989, con 12 candidaturas al Oscar, y al día siguiente de recibir un premio en España. Un cáncer de mama cerró sus ojos para siempre. Su epitafio dice: “Lo hizo a la manera difícil”.

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