Arte y meditación

Barriletes para que los deseos vuelen lejos

“Año cero” barriletes para elevar el deseo, tal vez la plegaria de una Corea unida y en paz, y la inocente ilusión de que la pandemia haya sido una manera de comprender donde están los límites de tanta desdicha colectiva

María Teresa Andrés
María Teresa Andrés domingo, 31 de octubre de 2021 · 14:31 hs
Barriletes para que los deseos vuelen lejos

Arte y política han estado mancomunados desde siempre, Ari Cho Yong “remonta” sus barriletes, esta no es la primera vez, invitando a artistas  en pos de concientizar al mundo de los problemas de Corea dividida. Según el mismo lo expresara lo conmovió siempre aquello de José Hernández: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”

Ari Cho Yong (Corea del sur 1961) artista coreano-argentino convocó a decenas de artistas invitados para que intervinieran, cada uno a través de su lenguaje y mirada, barriletes tradicionales coreanos para la exposición  “Año cero”, que se inauguró en la sala de exposiciones del Centro Cultural Coreano. Ellos son importantes artistas de reconocida trayectoria en el arte argentino: Andrés Paredes, Guillermo Roux, Alejandro Vigilante, Gaspar Libedinsky, José Arfuch, Hilda Catz, Febe Defelipe, Liliana Golubinsky, Nora Iniesta, Jorge Martorell, Omar Panossetti, Marino Santa María y Poupee Tessio, entre otros.

El "bangpaeyon" (o escudo) es un barrilete tradicional de Corea de forma rectangular construido por cinco delgadas varas y con papel fabricado con extractos de la planta de mora. Se remonta en Corea ya desde el siglo VII no existiendo en ningún otro lugar del mundo. Tienen un agujero en el medio y no tienen cola como los romboidales que conocemos. Según explicara Ari Cho Yong a la prensa en una presentación anterior a esta: “remontaban estos barriletes y cuando estaban en lo alto, cortaban sus hilos y pedían un deseo. En mi caso, utilicé esta metáfora, aunque obviamente no cortamos los hilos porque son obras de arte, pero sí pedí este deseo y lo mismo los artistas autores de estas obras pictóricas, por una reunificación pacífica de la península coreana”. En esta oportunidad además "Año cero" propone "un nuevo comienzo, la posibilidad de remontar vuelo para superar la pandemia, reconfigurar formas y proyectar la imaginación artística".

El artista siempre encontró entre sus artistas invitados un particular entusiasmo, casi todos recuerdan los barriletes en su niñez. Aquellos que se realizaban cortando medias cañas a lo largo y atándolas en forma de cruz, luego con piolines se les daba forma de rombo pegándoles papel crepé y colocándoles una cola de trapos anudados. Si todo salía bien había que salir corriendo barrilete en mano y tener buen pulso para manejar el piolín al remontarlos. Y todo estaba mal si coleaban y caían en picada.

Los barriletes coreanos tan sutiles y poéticos se solían remontar durante el comienzo del año hasta la primera luna llena, y al cortar los hilos elevaban los buenos deseos del pueblo.

La muestra de Ari Cho Yong en el Centro Cultural Coreano

Corea siempre epicentro de intereses externos e internos que impiden su unificación

La historia de Corea es intrincada y trágicamente apasionante desde sus mismos orígenes. Las evidencias de arte rupestre y restos arqueológicos demuestran la existencia del hombre en territorios coreanos desde hace unos 70.000 años. Pero claro no vamos a contar las cosas desde entonces. Qué ironía según los relatos históricos, Dangun una figura mitológica mitad hombre mitad deidad, se convierte en rey y funda el primer reino Gojoseon (Tierra de la calma matutina) en el año 2333 a.C. dando comienzo de la historia coreana.

Pero en Corea lo que menos hubo fue calma, ni matutina ni en ningún otro horario. Ya en el siglo I a.C. Corea estaba dividida en tres reinos (57 a.C. – 668 d.C.): Goguryeo (37 a. C. – 668 d. C.); Baekje (18 a. C. – 660 d. C.); Silla (57 a. C. – 935 d. C.) Durante estos años, es cuando se forma poco a poco la primera identidad propia de Corea. Es un periodo en el que, por primera vez, llegan a Corea influencias extranjeras, y se adaptan costumbres, religiones y filosofías (cultivo de arroz, budismo, confucianismo). Por tanto, es el momento en que se ponen las bases de lo que sería Corea en el futuro.

Año Cero, la muestra de Ari Cho Yong en el Centro Cultural Coreano, propone la idea de un nuevo comienzo

Sin contar los vaivenes políticos internos junto a las presiones externas que siempre soportaron los coreanos vamos a pegar un gran salto en el tiempo cuando los japoneses, que desde finales de 1800 no paraban de cosechar éxitos militares contra China y Rusia, volverían a Corea para, esta vez definitivamente, disolver la Dinastía Joseon y anexarla a su territorio. Sin duda, la ocupación japonesa fue uno de los momentos más duros de la historia de Corea y todavía hoy es algo que no se pudo olvidar.

Fueron gobernados por una élite japonesa, en contra del sentimiento nacionalista coreano, que reemplazó el confucianismo por el budismo y el sintoísmo, y hasta impuso el japonés como idioma oficial. El país se modernizó de manera sustancial pero con la explotación del trabajo durísimo de los coreanos cuya producción iba naturalmente a las necesidades de Japón, convirtieron a Corea en el segundo país más industrializado de Asia después del mismo Japón. En los años de la II Guerra Mundial, miles de mujeres fueron utilizadas como esclavas sexuales o como trabajadoras forzosas en empresas japonesas. Montones de coreanos perdieron la vida en minas japonesas, trabajando en condiciones infrahumanas.

La historia después de la segunda guerra mundial ya es tema más conocido. Cuando en agosto de 1945, tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, Japón se rinde, ningún coreano sospechaba lo que estaba a punto de suceder. El país entró en plena Guerra Fría sin comerlo ni beberlo. Por un lado la antigua URSS quería hacerse con el control de Corea, y por otro Estados Unidos no podía permitir el avance del comunismo en Asia y las cosas se complicaron más aún después de del triunfo Mao Zedong en China. Estados Unidos propuso a la URRS dividir temporalmente el país en dos, utilizando como frontera el Paralelo 38. El sur quedó custodiado por los americanos, mientras el norte pasó a estar ocupado por la URSS. El objetivo era expulsar a los japoneses, asegurar el orden público y apoyar a Corea en la instauración de un gobierno. Pero las cosas no acabaron así. Y Corea entró en el caos y en una gran división entre sus pobladores, situación que hasta hoy continúa y que sería larguísimo seguir relatando en esta nota. Tan solo recordemos que, sin ir más lejos, el mes pasado volaban los misiles.

No podíamos dejar de hacer este muy, pero muy sucinto relato porque la idea del artista Ari Cho Yong es justamente que miremos hacia Corea, y aunque esos sutiles barriletes son una forma casi romántica de deseo de unión y paz, nuestro deber era poner el foco de una manera un poco más cruda sobre la realidad desgarradora e interminable de la “Tierra de la calma matutina”

Todos están invitados a visitar esta muestra en el Centro Cultural Coreano, en Maipú 972, con entrada libre y gratuita de lunes a viernes de 10 a 17.

Leyenda

 

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