Política

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domingo, 10 de febrero de 2019 · 11:51 hs

Alfredo Cornejo se acomodó en el sillón de su despacho, miró a los dos dirigentes que tenía enfrente y le dijo a uno de ellos.

- Mirá Omar, te queremos anunciar que el candidato va a ser Rodolfo, que lo vamos a anunciar esta tarde y que, si querés venir, estás invitado a la presentación.

De Marchi en cierta medida se sorprendió y luego de las felicitaciones de rigor descartó gentilmente el convite.

- No puedo ir esta tarde, ustedes saben que no puedo estar ahí.

Rodolfo Suarez apeló en ese momento a lo que ya había hablado con Cornejo. En realidad, lo que tenía ganas de decirle era que se bajara de su intención de disputar una candidatura en las PASO. Pero no, se frenó. Como también lo había hecho Cornejo.

- Esta bien -entendió Suarez- lo único que pedimos es que la la interna que vamos a afrontar sea con altura.

- Por supuesto, esa es mi idea, respondió De Marchi.

Pero Suarez no se pudo contener y largó la chicana con algo de broma y mucho de serio. 

- Che, vos dijiste que si yo era el candidato y no Kerchner te bajabas de la PASO.

Ante la risotada en trio, el lujanino se afirmó: "No lo voy a hacer. Ojo: no soy suicida tampoco, pero creo que tengo una oportunidad".

Este diálogo formó parte del encuentro que el lunes al mediodía tuvieron el gobernador y los dos candidatos del oficialismo en Casa de Gobierno, cuando Cornejo y Suarez convocaron a De Marchi para anticiparle los dos anuncios que se desencadenarían ese mismo día: la confirmación del desdoblamiento de las elecciones y que finalmente el intendente capitalino había sido ungido como el delfín.

Se pueden encontrar al menos cinco razones de peso por las cuáles Martín Kerchner perdió una pulseada que para casi todo el arco político mendocino (incluso él mismo) estaba ganada.

Sin dudas que Kerchner era el preferido de Cornejo. Pero sus aspiraciones nunca terminaron de cuajar dentro de radicalismo. Suarez fue hábil en ese sentido y no desde ahora. Sino que desde hace algunos años.

Cuando murió Víctor Fayad trenzó una especie de pacto de caballeros con Cornejo. "Si somos inteligentes, los dos podemos llevar el radicalismo sin problemas por mucho tiempo", se juraron. Ese acuerdo se cumplió por ambas partes.

Suarez fue hábil para que Cornejo escuchara lo que quería escuchar. Esto es, que se comprometía a darle continuidad, en caso de resultar electo, a las políticas clave de esta administración. Y esto está centrado fundamentalmente en la promesa de mantener bajo control al gasto público. También entregó una carta que, a futuro, podría jugarle en contra. El jefe comunal se desentenderá de la rosca del armado de las listas para la Legislatura.

El gobernador vio equilibrio y templanza de un lado y cierta predisposición al desborde del otro. Parece menor, pero la personalidad de Kerchner le terminó jugando en contra. Como ejemplo: no era un secreto lo difícil que se le hizo a la usina de prensa de la Gobernación salir a vender al ministro porque los que trabajaban allí renegaban por el destrato al que eran sometidos todo el tiempo por parte del  funcionario a quien debían salir a promocionar.

Julio Cobos dio la puntada final también a las aspiraciones de Suarez. El legislador, el intendente y el gobernador cenaron en la residencia de La Puntilla el domingo a la noche y allí Cleto terminó por despejar todas las dudas que habían generado en las últimas semanas: “Si el Rodi es el candidato, yo no me presento”, se comprometió.

Para Cornejo, eso terminaba de allanar una situación interna que aparecía complicada si efectivamente, como venía amenazando, Cobos terminaba como candidato. O lo que era peor quizás, se inclinaba por jugar en la PASO junto a De Marchi.

Pero si algo terminó de definir todo fueron las encuestas. En seis meses de construcción de una candidatura, Kerchner nunca logró mover la aguja y Suarez apareció siempre como el candidato con mayor intención de voto entre el listado de postulantes oficialistas.

En definitiva, Cornejo tomó el camino que se había trazado desde el principio: ungir a quien resultara más dúctil para intentar ganar la elección sin sobresaltos.

De Marchi siempre estuvo convencido de que el elegido iba a ser Kerchner. Y así se lo había dicho en varias oportunidades a quien hoy aparece como su rival en la interna. “Rodolfo no te confíes... el Alfredo te va a cagar, te va a cagar”, lo sermoneó en varias oportunidades.

Ahora el Gobierno está convencido de que el intendente de Luján no llegará a la interna abierta para definir al candidato que, en Mendoza, se realizará el 9 de junio. Sostienen que, entre otras cosas, se bajará antes por el peso electoral de los intendentes radicales del Gran Mendoza que será seguramente decisivo a la hora de volcar la elección.

Y en el mismo sentido creen ver que habrá otro impacto negativo: De Marchi será en Mendoza el candidato de Mauricio Macri. Una estrategia que, según entienden, es letal hoy por hoy en una provincia en donde el presidente apenas si llega al 28% de imagen positiva.

Las dos presunciones suenan razonables y De Marchi lo sabe. Es consciente que juega con las de perder. Pero el viernes le ratificó a su entorno más íntimo que lo acompañó en una minigira oficial a Chile que llegará hasta el final del juego: “Obvio que lo razonable es que yo pierda, pero no soy un chanta y me voy a presentar. Y no me bajo porque estoy convencido de que les voy a ganar”, les dijo.

¿Cómo hará esto último?, es una incógnita. Pero algunas líneas ya se han trazado. La primera será apostar a derribar el mito de la importancia de los aparatos electorales a la hora de definir una elección. Esto lo dijo públicamente: "En esta elección se van a poner en juego los aparatos partidarios versus la voluntad real de los mendocinos. Creer que una elección se gana con aparato partidario es un error".

Y hay otras estrategias que se han comenzado a delinear en privado. Una de ellas es salir a mostrar adhesiones políticas a su candidatura y la otra, aunque suene raro, despegarse un poco de la figura del presidente para salir a mostrarse más como “candidato a gobernador de Mendoza” que como “candidato de Macri”.

Pero por sobre todo esto, a De Marchi lo mueve una cuestión personal. Sabe que esta será quizás la última bala que podrá disparar en su carrera política para convertirse en gobernador (después de un intento en 2007) y  sumado al poco interés que le despierta a esta altura presentarse a una nueva reelección como intendente de Luján.

Aunque en el fondo, como miembro del PRO, cultiva ese optimismo tan absurdamente característico del macrismo. De Marchi está convencido de que a partir de 2020 llegará la recuperación económica de la Argentina y él espera estar sentado en la primera fila de la gobernación para disfrutarla.